Page 48 - libro del molino harinero gral ramírez
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En otro aspecto, estas nuevas plazas agregaron al Moli-
no la preocupación, no menor, del transporte. Al respecto,
dice el Sr. Huber que:
–“Nunca tuvimos camiones propios. Siempre era transporte
contratado. Y eso también era bastante costoso. Porque había
que tomar un camión de acá y generalmente llevaba la harina
y no tenía nada que traer de vuelta, por eso volvía vacío con el
costo del viaje agregado”.
La conversación continuó girando sobre épocas duras, y
la pregunta se dirigió a los momentos de crisis en que la
venta de harina aumentaba porque era el alimento que su-
plía a otros que ya no se podían comprar. ¿En qué porcen-
taje aumentaba? ¿Cómo impactaba en el Molino? ¿Tenían
excedente para afrentar la mayor demanda? La respuesta
nos aclaró estos temas.
–“Lo que pasa es que en otros momentos, cuando no había
crisis y no había dificultades de venta, el negociar ante el cliente
era un poquito más difícil, porque además, eran momentos en
que todos los molinos trabajaban más o menos a full. Y sabe-
mos -nos dice- que en Argentina se produce muchísimo más
harina de la que se consume. O por lo menos de la que se con-
sumía en ese momento. Entonces empezaban a caer los precios
y eso incidía todo en el resultado financiero del molino.
Entre los años 1976 y 1980, por ejemplo, se hizo un convenio,
porque la cooperativa había tenido muchas dificultades finan-
cieras en esa época, con la Agrícola Regional de Crespo, donde
se los invitó a explotar en conjunto el Molino Harinero”.
Y nos explica a continuación el proceso que fue cam-
biando la constitución de la propiedad societaria. En lo
que se refiere a las alternativas de los costos de producción
y precios de ventas, desde su experiencia asegura que:
–“Hay una situación que para el que no la conoce parece
que es imposible, pero usted nunca va a ver una línea más o
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